Hay personas que, por su manera de ser, por su celo misionero, su gran amor a Dios y a la comunidad que ministran, dejan una huella en el corazón de los que tenemos el honor de conocerlos. El Padre Marco Sanchez, S.T. es una de esas personas. Oriundo de Puebla, en México, el Padre Marco se sintió atraído hacia el sacerdocio a temprana edad, pues el autobús que tomaba pasaba frente al seminario, y desde el autobús podía ver a los seminaristas. El Padre Marco, durante sus años escolares, participó en un retiro vocacional auspiciado por la Sociedad de San Pablo en la Ciudad de México, e irónicamente, al final del retiro, decidió que el sacerdocio no era su vocación.
Una vez terminada la preparatoria, el sueño del joven Marco se enfocó en la oceanografía, pero las circunstancias de la vida lo forzaron rápidamente a abandonar esa ilusión. Tiempo después, mientras se encontraba de visita donde unos parientes en la ciudad de Guanajuato, durante una conversación con su primo, Marco se enteró de que el Padre Carlos, el sacerdote que lo había invitado a participar en el retiro vocacional, se encontraba visitando esa ciudad y aun veía en el joven Marco la vocación que él no reconocía en sí mismo.
Marco decidió, aceptar la invitación del Padre Carlos de ir al seminario Paulista en la Ciudad de México para conversar sobre el sacerdocio. Impactado por la plática y la felicidad que se reflejaba en el rostro de los seminaristas con los que interactuó, decidió entrar a la Sociedad de San Pablo, donde permaneció por dos años. Al final del segundo año, el seminarista Marco discernió, una vez más, que el servir a Dios como sacerdote de la Iglesia Católica no era su vocación.
Lejos de su mente estaba el que ese periodo de separación de la congregación le iba a hacer reflexionar, y al cabo de seis meses, como el hijo pródigo regresó al seminario. Un par de años más tarde, interactuando con seminaristas de la orden de los Siervos Misioneros de la Santísima Trinidad, una orden fundada por el Padre Thomas Judge aquí en Alabama, el Padre Marco comprendió que la vida de religioso como servidor misionero era su real vocación.
El Padre Marco Sanchez, S.T. fue ordenado sacerdote hace poco más de 28 años, de los cuales ha servido en las misiones Trinitarias de nuestra Arquidiócesis por alrededor de 10, pero su corazón misionero ha calado mucho más allá del territorio Trinitario; las huellas de su caminar se pueden ver en casi cada rincón de la Arquidiócesis. El Padre Marco, por ejemplo, ha bautizado a más de 600 personas, es el capellán del retiro de Emaús en la Arquidiócesis, camina con el Movimiento Familiar Cristiano y ha fomentado a los Caballeros de Colón en la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Clio.
Al Padre Marco ha servido en los diferentes países y regiones dentro de los Estados Unidos donde la orden Trinitaria está presente, desde New Jersey a México, desde Puerto Rico a Alabama. Ahora, como parte de ese caminar misionero, al Padre Marco le toca llevar la palabra de Dios a los habitantes de Puerto Jiménez en Costa Rica.
Querido Padre Marco, aunque la distancia nos separe físicamente usted siempre permanecerá en nuestros corazones. Sus amigos de la Arquidiócesis de Mobile le damos las gracias y le deseamos muchas bendiciones en esta nueva misión.
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There are people who, because of their personality, missionary zeal, great love for God and the community they minister to, leave a mark on the hearts of those who know them. Fr. Marco Sanchez, S.T. is one of those people. A native of Puebla, Mexico, Fr. Marco was drawn to the priesthood at an early age. The bus he rode used to go by the seminary in that city and from the bus he could see seminarians. In high school, Fr. Marco participated in a vocational retreat sponsored by the Society of Saint Paul in Mexico City, and ironically, at the end of the retreat he decided the priesthood was not his vocation.
Sometime after high school, Marco learned Fr. Carlos, the priest who had invited him to the vocational retreat, was visiting and still saw in Marco the vocation that he did not recognize in himself.
Marco decided, at Fr. Carlos’ request, to go to the Paulist Seminary in Mexico City.Impressed by the conversation and joy reflected in the faces of the seminarians, he entered the Society of Saint Paul. At the end of the second year, Marco again discerned that serving God as a priest of the Catholic Church was not his vocation.
It was during this period of separation that he reflected and profoundly missed the congregation. Like the prodigal son, he returned to seminary. A few years later, through interaction with seminarians from the Order of Missionary Servants of the Most Holy Trinity, an order founded by Fr. Thomas Judge in Alabama, Fr. Marco realized the life of a religious as a missionary servant was his true vocation.
Fr. Marco was ordained a priest about 28 years ago. For about 10 of those years, he has served in the Trinitarian missions of our archdiocese, but his missionary heart has penetrated far beyond Trinitarian territory. He’s left a trace in almost every corner of the archdiocese. Fr. Marco has baptized more than 600 people, served as chaplain of the Emmaus retreat, assisted the Christian Family Movement and has fostered the Knights of Columbus at Our Lady of Guadalupe Church in Clio.
Now, as part of that missionary journey, Fr. Marco will bring the word of God to those in Puerto Jiménez, Costa Rica.
Dear Fr. Marco, although distance separates us physically, you will always remain in our hearts. Your friends in the archdiocese thank you and wish you many blessings in this new mission.
— Deacon Hector J. Donastorg is the Director of Hispanic Ministry for the Archdiocese of Mobile. He may be emailed at [email protected]