Ala mayoría de las personas que conozco les gusta viajar. Ir a nuevos lugares no sólo amplía nuestros horizontes, sino que también nos expone a otras formas de vida, perspectivas, culturas y belleza natural. Viajar con los ojos abiertos a nuestro entorno también echa abajo algunas de nuestras nociones preconcebidas sobre cosas o personas que viven en lugares desconocidos para nosotros.
A veces asumimos que para realmente conocer diferentes culturas es necesario viajar físicamente a lugares foráneos. Y si bien esto es parcialmente cierto, Estados Unidos es un país muy diverso con enclaves poblacionales que representan a casi todas las nacionalidades del mundo.
La Arquidiócesis de Mobile ha sido bendecida con personas de muchas partes del mundo, especialmente de América Latina y el Caribe. Podemos conocer otros países, sus culturas y tradiciones pasando tiempo con algunos de nuestros vecinos Hispanos.
De hecho, muchos de nosotros nos enamoramos de la cocina mexicana no en México, sino en la taquería local. Muchos de nosotros nos enamoramos de Nuestra Señora de Guadalupe no visitando la Basílica o participando en las procesiones en la Ciudad de México, sino a través de nuestros hermanos en la iglesia. Muchos de nosotros nos enamoramos de la gente de otros países y culturas al conocerlos a nivel personal, al escuchar sus historias, al partir el pan juntos y al adorar a Dios bajo el mismo techo.
Asimismo, muchos de nosotros que venimos de otros lugares nos enamoramos de Estados Unidos, su cultura y su gente a través del compartir y forjar lazos de amistad.
Dentro de unas semanas tendrá lugar en Indianápolis el Congreso Eucarístico Nacional. Muchos Católicos de todo el país se reunirán para, como afirman los organizadores del congreso, “cumplir, en un momento, la visión del Avivamiento Eucarístico… encontrar a Jesucristo vivo, experimentar la renovación y ser enviados 'para la vida del mundo'. A lo largo de estos cinco días, nuestra Iglesia vivirá un nuevo Pentecostés y será ungida para el Año de la Misión que viene”.
Todos estamos llamados a ser parte de un avivamiento Eucarístico donde nos encontramos. Estamos llamados a salir a nuestro “mundo”, a nuestros barrios y parroquias. Todos estamos llamados a vivir un nuevo Pentecostés, una nueva forma de entender a los demás pueblos, culturas y tradiciones. Estamos llamados a hablar el lenguaje de Dios: el amor. Después de todo, todos somos miembros de un solo cuerpo: el cuerpo de Cristo.
Most people I know enjoy traveling. Going places not only broadens our horizons, but it also exposes us to other ways of life, perspectives, cultures and nature. Traveling with eyes wide open also shatters some of our preconceived notions about things or people who live in places unknown to us.
We sometimes assume that in order to truly get acquainted with different cultures, it is necessary to physically travel to foreign places. While this is partially true, the United States is a very diverse country with population enclaves representing almost every nationality in the world.
The Archdiocese of Mobile has been blessed with people from many parts of the world, especially from Latin America and the Caribbean. We can get to know about other countries, their cultures and traditions by spending time with some of our neighbors from abroad.
Many of us fell in love with Mexican cuisine not in Mexico, but in the local taco joint. Many of us fell in love with Our Lady of Guadalupe not by visiting the Basilica in Mexico, but by getting to know our fellow parishioners better. Many of us fell in love with people from other countries and cultures by getting to know them at a personal level, listening to their stories, breaking bread together and by worshipping under the same roof.
Likewise, many of us coming from other places fell in love with America—its culture and its people—through fellowship, getting to know them personally and true friendship.
In a few weeks, the National Eucharistic Congress will take place in Indianapolis. Many Catholics from around the country will gather to (as the organizers of the congress affirm) “fulfill, in a moment, the vision of the Eucharistic Revival … encounter the living Jesus Christ, experience renewal, and be sent out ‘for the life of the world.’ Throughout these five days, our Church will experience a new Pentecost and be anointed for the Year of Mission to come.”
We are all called to be part of a Eucharistic revival right where we are. We are called to go out to our “world,” to our neighborhoods and parishes. We are all called to experience a new Pentecost, a new way of understanding other people, cultures and traditions. We are called to speak God’s language: love. After all, we are all members of one Body—the Body of Christ.
— Deacon Hector J. Donastorg, is the Director of Hispanic Ministry for the Archdiocese of Mobile. He may be emailed at [email protected]