Cuando nos damos cuenta de que alguien a quien queremos puede tener tendencias suicidas, puede ser complicado averiguar cuál es la mejor manera de responder. Obviamente, la amenaza de suicidio de un amigo o familiar debe tomarse en serio, y debemos responder con apoyo y acompañamiento afectuosos. Sin embargo, proporcionar esa ayuda no será necesariamente sinónimo de conceder todas las peticiones o afirmar todas las afirmaciones que hagan. Supongamos que un amigo nos cuenta que acaba de perder toda su fortuna personal en la última crisis bursátil. Te dice que va a suicidarse a menos que sus cuentas de inversión vuelvan a los niveles anteriores a la caída. Aunque quieras mostrarte compasivo con él en su difícil situación y quieras hacer todo lo posible para desviar sus pensamientos suicidas, no sería apropiado que accedieras a sus demandas reponiendo todas sus cuentas con tus propios fondos. Que tu amigo amenace con suicidarse revela que, en cierto nivel, ha adoptado una falsa concepción de sí mismo, en la que sólo se percibe como valioso cuando posee importantes sumas de dinero. Apoyarle auténticamente significaría ayudarle a liberarse de esta ilusión, para que pueda comprender la verdad liberadora de que su identidad personal y su autoestima no dependen de sus activos financieros. La psicoterapeuta clínica Lisa Marchiano comparte otro ejemplo: "Si trabajo con alguien que tiene muchas ganas de suicidarse porque su mujer le ha dejado, no llamo a su mujer y le digo: 'Oye, tienes que volver'. ...No tratamos el suicidio dándole a la gente exactamente lo que quiere". En cambio, un buen psicoterapeuta ayuda al marido suicida a navegar por su nueva situación ofreciéndole apoyo y ánimo, y ayudándole a comprender quién es realmente, a pesar de la ausencia de su mujer. Su pensamiento suicida indica que no ha captado plenamente el hecho de que su propia identidad y existencia siguen siendo objetivamente buenas, dignas y valiosas, aunque su mujer se haya alejado dolorosamente de su matrimonio. Del mismo modo, imaginemos que una chica quiere someterse a una liposucción, a pesar de estar más delgada que un lápiz tras años de lucha contra un trastorno alimentario. Es muy infeliz, e incluso suicida, debido a su delirio de sobrepeso masivo. No podríamos animarla o consentirle una liposucción como "estrategia de afirmación", sino que tendríamos que ayudarla a abordar los problemas mentales y personales que subyacen a su miedo mórbido a engordar y a la percepción alterada de su propio cuerpo. El Dr. Paul McHugh, antiguo psiquiatra jefe del Departamento de Psiquiatría del Hospital Johns Hopkins ofrece un análisis paralelo para la situación de la disforia de género. Señala que la creencia de un varón de que es una mujer atrapada en un cuerpo masculino es similar a "los sentimientos de una paciente con anorexia nerviosa de que es obesa a pesar de su estado demacrado, caquéctico (de desgaste). No hacemos liposucciones a las anoréxicas. Entonces, ¿por qué amputar los genitales de los pacientes? ... Los psiquiatras, pensé, haríamos mejor en concentrarnos en intentar arreglar sus mentes y no sus genitales". La disforia de género es un área especialmente sensible que debe abordarse con caridad y compasión centrada en la verdad. Los que luchan contra la disforia de género tienen tasas de suicidio significativamente elevadas en comparación con la población general. Lamentablemente, algunos médicos que prescriben bloqueadores de la pubertad u hormonas transgénero, o que operan a jóvenes transgénero, utilizarán este mayor índice de suicidios para presionar a los padres para que apoyen las llamadas intervenciones de "afirmación del género" para sus hijos. La implicación es que los padres deben hacer todo lo que sus hijos les pidan para evitar un posible suicidio. En el caso de un niño que declara que en realidad es una niña, si un padre expresa alguna duda sobre proceder con cirugías para extirpar órganos sexuales sanos, se sabe que algunos médicos preguntan: "¿Qué quiere? ¿Un hijo muerto o una hija viva?". Tal pregunta ofrece una falsa dicotomía, sugiriendo sólo dos posibilidades, al tiempo que deja fuera la tercera y más importante opción, a saber, un "hijo vivo" que sea alejado de su suicidalidad y de las falsas nociones sobre su género mediante apoyos profesionales, incluida una psicoterapia adecuada, y mediante un acompañamiento familiar y personal fuerte y afectuoso. Cuando los seres queridos manifiestan una elevada probabilidad de suicidarse, no tiene sentido adoptar una postura de ceder automáticamente a todas sus peticiones, ni es razonable afirmar afirmaciones falsas en las que puedan estar centrados o incluso obsesionados. Más bien, tenemos que atenderles de una forma más sincera -acompañándoles, apoyándoles y ayudándoles a abordar los problemas personales y psiquiátricos subyacentes- para que puedan empezar a encontrar una curación real y experimentar una nueva plenitud e integración en sus vidas. - El Dr. Tadeusz Pacholczyk es doctor en neurociencia por la Universidad de Yale y cursó estudios de posgrado en la Universidad de Harvard.