En mi última ofrenda hablé de las madres. Esta vez me gustaría hablar de las familias (la próxima vez hablaré de los padres). Los sociólogos suelen identificar a la familia como la piedra angular de la sociedad. Es el lugar de formación más íntimo e inmediato. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de la familia desde una perspectiva sociológica. Sin embargo, me gustaría dedicar este espacio a lo que suele ser una dimensión oculta de la familia. A saber, que la familia es de hecho una imagen, se podría decir un icono, de la Santísima Trinidad. Cuando volvemos al relato de nuestro origen en el Génesis, recordamos que en el capítulo primero Dios dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Así pues, cada uno de nosotros está hecho a imagen y semejanza de Dios, que es una comunión de personas. Esa imagen se manifiesta de manera más evidente en las familias. Un hombre, una mujer y un niño (o niños) se parecen mucho a la Trinidad, que es tres personas en una naturaleza divina. Dios podría habernos creado sin género. Podría habernos creado asexuales, y nos habríamos reproducido asexualmente. ¿Te imaginas qué porcentaje de pecado se habría evitado si fuéramos asexuales? Entonces, ¿por qué Dios nos hizo así? Porque es precisamente en el abrazo conyugal donde vemos más claramente la imagen de la Trinidad. En él vemos la entrega de amor de un cónyuge a otro y esta unión puede dar lugar a una nueva vida, del mismo modo que el amor de Dios se desborda en su creación. Por eso no debe sorprendernos que nuestro enemigo odie y ataque a las familias. Nuestro enemigo ve la imagen de la Trinidad cuando mira a una familia, aunque nosotros tendamos a pasar por alto esa realidad. Si queremos traer la paz y la armonía a este mundo, debemos devolver a las familias el papel y la dignidad que les corresponden. Padre, por favor, bendice a nuestras familias con fortaleza y paciencia mientras se enfrentan a agendas apretadas, preocupaciones económicas, enfermedades, padres ancianos y tantas otras preocupaciones. Cura las heridas que los miembros de la familia se han infligido unos a otros y trae la reconciliación. Te lo pedimos en nombre de tu Hijo y con el poder del Espíritu Santo. Amén. - Pat Arensberg es el Director de la Oficina de Evangelización y Vida Familiar. Envíale un correo electrónico a [email protected]. Para más información sobre los eventos de esta oficina, visítenos en mobilefaithformation.org