Por Hector Donastorg Para la semana católica El mes de noviembre nos dio la bienvenida con la solemnidad del día de todos los Santos, día en que la Iglesia conmemora y recuerda a aquellos hombres y mujeres a los que, por su ejemplo de vida, su fe y su amor a Dios y al prójimo, Dios les ha concedido la gracia de disfrutar de las bondades de la vida eterna.
Todos estamos llamados a la santidad, y para alcanzar ese llamado a ser santos tenemos el ejemplo de incontables hombres y mujeres comunes y corrientes, pero a la misma vez extraordinarios, que con su ejemplo de vida nos dan las pautas a seguir para crecer en virtud.
Una de estas personas es San Martin de Porres, cuyo memorial celebramos el pasado 3 de noviembre. San Martin de Porres nació en Lima, Perú, hijo de un español y una esclava libertada. Su padre lo abandonó a temprana edad y, por ser mestizo e hijo ilegitimo, muchos se burlaban de él y lo ridiculizaban. A pesar de la pobreza extrema en que vivía y las dificultades por las que atravesó, la fe del joven Martin de Porres lo llevó a solicitar a la Orden de los dominicos que lo aceptaran como sirviente en esa congregación.
Todos podemos aprender San Martin de Porres, quien es un ejemplo de humildad, amor al prójimo y perseverancia en la fe, sin importar los obstáculos que se presenten en el camino. Su vida nos enseña que todos somos hijos de Dios, con una dignidad innata que nuestra raza, posición social o económica, lugar o circunstancia de nacimiento no pueden arrebatar.
San Martin de Porres estuvo al frente del cuidado de enfermos en la enfermería del monasterio, donde veía el rostro de Jesús en cada uno de los enfermos que cuidaba; de el podemos aprender que el poder de sanación viene de Dios y que nosotros podemos ser instrumentos de sanación para la Su gloria. De San Martin de Porres podemos aprender a imitar a Cristo, pues él también fue manso y humilde de corazón.
El camino a la santidad se hace más llevadero cuando lo caminamos acompañados de almas como San Martin de Porres, quien nos ayuda a levantarnos cuando nos caemos, nos ayuda a mantenernos enfocados en el rostro de Cristo y, quien desde el cielo amorosamente intercede por nuestra salvación.
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The month of November welcomed us with the solemnity of All Saints' Day, the day on which the Church commemorated and remembered those men and women who by their life, faith, and love for God and neighbor have been granted the grace to enjoy the benefits of eternal life.
We are all called to holiness, and to achieve that call to be saints we have the example of countless ordinary men and women, who with their extraordinary example of life give us guidelines for how to grow in virtue.
One of these people is Saint Martin de Porres, whose feast day we celebrated on Nov. 3.
Saint Martin de Porres was born in Lima, Peru, the son of a Spaniard and a formerly enslaved woman. His father abandoned him at an early age and, as a mestizo and illegitimate son, Martin de Porres was ridiculed. Despite the extreme poverty in which he lived and the difficulties he went through, the faith of the young Martin de Porres led him to ask the Dominican Order to accept him as a servant in that congregation.
He was in charge of caring for the sick in the infirmary of the monastery, where he saw the face of Jesus in each person he took care of. From him we can learn that the power of healing comes from God and that we can be instruments of healing for His glory. We can also learn how to imitate Christ, because he was meek and humble of heart.
Saint Martin de Porres is an example of humility, love of neighbor and perseverance in faith, regardless of the obstacles that arise along the way. His life teaches us that we are all children of God, with an innate dignity that our race, social or economic position, place or circumstance of birth cannot take away.
The path to holiness becomes more bearable when we walk it accompanied by souls like Saint Martin de Porres, who help us get up when we fall, stay focused on the face of Christ, and, who lovingly intercede for our salvation from heaven.
— Deacon Hector J. Donastorg, is the Director of Hispanic Ministry for the Archdiocese of Mobile. He may be emailed at [email protected]